El centro de la ciudad, de forma elíptica, estaba cercado por unas murallas que fueron construidas a lo largo de varios siglos. Las murallas, que están muy bien conservadas en la parte norte, en la que hay alrededor de cien torres rectangulares, se extienden desde el anfiteatro hasta la puerta noreste de la ciudad. Por esas puertas pasaba la carretera que conducía hacia el interior pasando primero por Klis, en donde se bifurcaba por un lado hacia Andetrium y por el otro a Osinium (Sinj), es decir hacia el río Cetina en Tilurium y más allá hacia el interior de los Balcanes.
Las ruinas más antiguas de las murallas, probablemente de la época republicana, estaban construidas de grandes bloques de piedra (eran murallas megalíticas, como eran habituales en la época helénica y en la temprana época romana). Ellas se encuentran en el centro de la ciudad y a su este se conserva una puerta de la ciudad un poco más antigua, la llamada Porta Caesarea del siglo I d.C.
No es fácil determinar cuándo fueron construidas las primeras fortificaciones de la ciudad. Probablemente se trataba de una protección de la ciudad en forma de trapezoide en las que el cónsul romano Cecilio Metel con su ejército pasó el invierno del año 118-119, cuando peleó en estas tierras contra los ilirios. En la época de la paz de Augusto, después de haber sometido a los délmatas y a los demás pueblos ilirios, Salona empieza a ampliarse y, saliendo de su antiguo centro cívico, se extiende hacia el Este y el Oeste. Fue entonces cuando la monumental puerta oriental de la ciudad quedó en pleno centro de la ciudad, perdiendo así su función original. Algo similar pasó con la puerta occidental, que no se conservó. En el siglo IV sobre la puerta oriental se incrustó una piedra decorativa con la figura de la diosa Tyche (Tique).
La ciudad crecía de forma no planeada, llenando las superficies libres al norte y al sur de la carretera que, al igual que el río Salon (que pasaba por la parte oriental de la ciudad), condicionaba su topografía urbana y la construcción de edificios tanto públicos como privados. Esas partes de la ciudad no fueron amuralladas hasta la época de Marco Aurelio, cuando los marcomanos y los cuados habían penetrado en el Imperio y lo amenazaban. Al comienzo y probablemente durante mucho tiempo, la configuración natural del terreno, que desde el claro de Kozjak poco a poco desciende hacia el mar, formando algunos cerros y estrechos valles que facilitaban la defensa, aumentaba la protección de la ciudad. Los aluviones de la montaña con los siglos en muchos lugares igualaron el nivel de la tierra con la altura de las murallas, que hoy se usan como un paseo por el perímetro de la ciudad. Lo mismo pasó al sur de Manastirine, como se puede ver hoy en día cuando de Tusculum se va hacia el Sur por la alea de los cipreses. Allí pueden verse las partes excavadas de las murallas con sus torres rectangulares y pentagonales. Se cree que las mismas fueron ampliadas en el siglo VI, cuando en esas tierras el ejército imperial peleaba contra los godos orientales. En esa ocasión el general imperial Constantino conquistó Salona y mandó a arreglar y a reforzar las fortificaciones, temiendo nuevos ataques de los godos que se habían retirado al interior, hacia Burnum, Aseria (Benkovac, Scardona y Skradin.
Las primeras murallas, que protegían la parte oriental de la ciudad, en su mayoría fueron construidas alrededor del año 170, como lo comprueban las inscripciones esculpidas en las placas de piedra empotradas en la parte exterior de las murallas del norte, junto a la Porta Andetria. Esas dos valiosas inscripciones, conservadas en su totalidad, dicen que una cohorte délmata (cohors secunda Delmatarum) bajo el comando del tribuno Granius Fortunatus construyó 800 pies de las murallas de la ciudad, mientras que las divisiones II y III de la legión bajo la supervisión del centurión (capitán) Publius Elius Aminitianus construyeron 200 pies más y unas cuantas torres en la parte norte de la ciudad. En otra inscripción, que no se ha conservado, decía que en esa misma época la primera cohorte délmata construyó 800 pies de la muralla y una torre. Eso correspondería a unos 430 m. La parte occidental de la ciudad, que Dyggve llamó Urbs occidentalis, en ese entonces probablemente estaba cercada por las murallas a las que había sido anexado el anfiteatro. Por eso Salona recibió una forma relativamente elíptica con un eje de unos 1600 y 700 m y con una superficie de unas 500 hectáreas.
Posteriormente, durante los siglos III y IV, la defensa de la ciudad no exigía preocupaciones especiales porque no había grandes peligros. Parecería ser que en la época del emperador Teodosio I (379-395) se realizaron algunos trabajos más extensos, mientras que se puede afirmar con certeza que en la época de las guerras bizantino-godas se realizaron los trabajos recién mencionados.
Dentro de la elipse de la ciudad se encuentran la mayoría de los monumentos salonitanos. A sus afueras estaban los cementerios paganos y cristianos, estos últimos con grandes iglesias cementeriales. Desde ya que en todo el vasto territorio de las parcelas romanas en la zona (la “centuriación” de las colonias), al Este y al Oeste, hacia Trogir y el actual Split, es decir Stobreč, había edificios de vivienda y comercio, cementerios, etc. Sobre ellos atestiguan los hallazgos que salen a la vista prácticamente con cada nueva construcción.