Se presume que la península en la que se encuentra el actual Vranjic y el territorio aledaño ya estaban habitados en la prehistoria. Esa península antes era una isla, que evidentemente atraía a la gente a que la habitara. Los hallazgos arqueológicos atestiguan que la isla estuvo habitada desde la prehistoria, pasando por la época romana hasta la actualidad. Por ejemplo, durante la construcción de un depósito de nafta, en la parte norte de la bahía se descubrieron las ruinas de un puerto de la época romana, que fueron estudiadas por B. Kirigin y F. Oreb en el año 1976. Además, se encontraron muchos monumentos de piedra, inscripciones, estelas sepulcrales, fragmentos de decoraciones arquitectónicas, etc. Muchos de esos hallazgos hoy se encuentran en el Museo arqueológico de Split, mientras que muchos otros fueron empotrados en las casas construidas a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, práctica que en ese entonces era habitual.
En la localidad llamada Crikvina(e) fueron descubiertas las ruinas de una basílica paleocristiana (de los siglos V/VI) con un cementerio y unas ruinas más de la misma época, quizás de un monasterio (conclusión a la que se llega a través de una inscripción en la que se menciona a un monarca, Pedro). En el medievo había allí una población que, en un documento falsificado que se atribuye al rey Krešimir II (alrededor de los años 950-960), se denomina Durana. El archidiácono de Split Toma en su historia de Solin también menciona a la isla de Vranjic (que denomina Hurania) como la isla en la que están el castillo y las tierras del arzobispo de Split. Aparentemente esa zona fue habitada hasta las guerras entre Venecia y Turquía, durante las cuales toda el área de Solin fue devastada y abandonada.
Después de un siglo y medio, en la segunda mitad del siglo XVII y a comienzos del siglo XVIII, en la zona de Vranjic, así como en la mayor parte de la campiña de Solin, llegaron inmigrantes del interior (de la zona montañosa de Dalmacia, principalmente de los alrededores de Drniš) - los colonos con los que el gobierno veneciano había poblado esas tierras desiertas. Eso llevó a que, entre otras cosas, se renovara la vida religiosa. Por ejemplo, la iglesia de San Martín en Vranjic se convirtió en la iglesia parroquial para el área de Solin. Esa iglesia fue restaurada en el año 1729, mientras que la actual fue remodelada y ampliada en los años 1915 y 1928. De especial valor son los frescos de J. Kljaković y V. Parać que fueron pintados en la última reforma.
En la segunda mitad del siglo XIX Vranjic es un lugar ordenado. Eso se logró también gracias a los méritos de un grupo de intelectuales adeptos al movimiento nacional, como Petar Benzon, y los sacerdotes Luka Vušković y Fran Ivanišević (párroco de Vranjic y Solin). En Vranjic también nacieron dos renombrados arqueólogos e historiadores: los sacerdotes L. Jelić (1863-1922) y F. Bulić (1846-1934). Ambos ayudaron a reconstruir la historia local y por ende también la historia de Solin y de Croacia. De esa época datan varias obras de arte realizadas por pintores ambulantes que muestran Vranjic. Destacan por su valor los óleos de E. Vidović, quien pintó cinco panoramas del lugar. Pero esa es también la época en la que la industrialización llega a Vranjic y a toda la zona de Solin, por lo que junto a los edificios de hormigón brotan también fábricas de cemento y depósitos para los nuevos combustibles: la nafta y la benzina.