En todas las ciudades del mundo romano, las reuniones de las primeras comunidades cristianas (municipio, communitas, ecclesia) se celebraban en la casa privada de algún miembro distinguido de la sociedad, en una sala donde cabía un mayor número de personas. Así ocurrió también en Salona.
E. Dyygve presupone que esa sala, denominada domus ecclesiae (la casa de la comunidad, del municipio) o parafraseando ecclesia in domo privata (comunidad en casa privada), se encontraba contigua a las murallas de la ciudad, en la parte noroeste de la llamada ciudad oriental.